Su nombre es Rigoberto Mateos Campechano. Aprendió la técnica del barro negro esgrafiado desde pequeño, cuando jugaba con sus hermanas con el barro y realizaban algunas tareas en el taller familiar.
Actualmente, trabaja este arte junto con su madre y su hermana.
Su familia siempre se ha dedicado a la creación de arte a través del barro. Sus abuelos elaboraban jarros, tazas y platos esmaltados para uso doméstico. Sus antepasados se dedicaron tanto al campo como al arte del barro. Él aprendió de su padre, y junto con sus hermanos, representa la sexta generación en continuar con esta tradición.
Disfrutan mucho fabricar piezas de barro negro, experimentar con formas, modelos y materiales. Además de ser una actividad creativa, aporta valor cultural a su comunidad y brinda gran satisfacción personal.
En el arte del barro negro, como en muchas otras artesanías, ninguna pieza es igual a otra, ya que todas se hacen completamente a mano. El característico color negro se obtiene en la etapa final del proceso: el horneado. Es el resultado de una reacción de reducción, que él conoce como “ahumado”. Las piezas se sacan del horno y se exponen al fuego generado por la quema de hojarasca, lo que poco a poco las vuelve oscuras y negras.
Cada vez más personas conocen su trabajo y su técnica, y constantemente reciben felicitaciones. Esto los motiva a seguir adelante en este arte y a mejorar día con día. Su deseo es que las personas disfruten de sus piezas en sus hogares y espacios.